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miércoles, 22 de junio de 2011

Correspondencia

Canto a dos voces

El espíritu del silencio

I PARTE De Ainathin Whayra



Querido amigo, hace ya tiempo que he reenviado cada nota, cada papel que me has enviado, pero sigue latiendo la indiferencia en nuestra tierra, no he podido evitar esta mañana al leer tus letras, sentir el sabor amargo de la vida, de la raza, de la carne; y nace como imperiosa la necesidad de nombrarte, de abrazarte, de poderte decir, “mírate no vas solo, mira todas las manos que se extiende en pos de ti”, pero la realidad es otra y como siempre naufraga una ves más la barca de mis sueños y vuelvo al bosque, de ese que te hable cuando estuve contigo en España. Allí me refugio para llorar a solas el hambre, la muerte, las guerras, el silencio que nos imponen las mal llamadas conciencias y ya no encuentro al espíritu que tantas veces arrullara mi dolor, ya el Tordo canta melodía triste y siento que me voy aquí, ahora, bajo las garras de un mal nacido aire maloliente se me va la vida en pos de ti, de mis hermanos, de mis hijos, de mi sangre, que ya no ven la luz del sol y el frío navega con sombra de muerte este día y yo quiero viajar con el.
Querido amigo es que la impotencia es mas grande que mi ser, es que ya intente todo desde la vida para la vida, desgarré mi alma en poemas que dijeran todo lo que puede sangrar mi madre Gaia, todo lo que sufren mis hermanos, y el asco me golpeo a la cara, en cada imagen vista, las muertes en la guerra, la separación de mis hermanos por ideas absurdas, miré el apedreamiento de mi hermana porque alguien se atrevió a decir que era indigna, y mis lágrimas ya no solo cayeron a medida que sangraba, ardían en mi rostro como si quemaran y el estupor me derribo muchas veces cuando supe de la muerte de un niño, mientras alguien tomaba su foto, y me parió en las entrañas este tormento que habita desde el día que vi la cara de un bebe golpeado por su padre y me llene de miedo cuando violaron a un pequeño. Sabes, siento que me busca la muerte, la siento vagando a escondida tras mis pasos, quizás no sea mala idea amigo mío ceder a ella, ya he perdido todas mis luchas y me visto de impotencia esta mañana en que el frío me otorga nuevos muertos para agregar al itinerario de la vida.
El Alerce al cual me abrazaba en el bosque, quién siempre fue mi cómplice, mi amigo que a través del viento siempre entrego consuelo y nuevas fuerzas para salir al mañana. Hoy la nueva maderera lo ha cortado y mi bosque desaparece y con este simple pero terrible hecho, las fuerzas para seguir camino.
Me pierdo contigo mi hermano esta mañana, mis lágrimas naufragan con las tuyas, quizás en este último verso parido por el alma mis musas lleven mi cruz nueva a ese cementerio, donde quedan los rezagos de las almas olvidadas, te aseguro mi hermano que ya mi nombre no se oye, te aseguro que nadie recuerda que existo, porque a ti ya te olvidaron, solo queda este escrito; amargo testigo de nuestras vidas mal construida y cedo a la muerte la dicha de un beso, la palabra amor que no llegó a mis oídos, el paso cansado para defender a la tierra. Quizás los delfines extrañen que ya no lloro sus muertes, quizás el león extrañe mi sombra llorando su encierro, el exterminio de mis hermanos menores, quizás la tierra me acoja para convertirme en semilla de un próximo reencuentro… cuando la vida quiera volver vivir.
Mi hermano, entrego la vida que tanto defendí, aquella que no pudo ser como esos arlequines que caminan sin sombra en este mundo de ausencias, y mi sangre baja hasta la flama de los volcanes, pidiendo, clamando por el olvido, por la muerte. Ya veo mi hermano que vienen por mi, el duelo del pájaro será el único que escuche, porque los otros están preocupados de sobrevivir y ya no les importa cómo, no les importa mi voz, ni la tuya, ni la de ellos, cierro mis ojos hoy, me quedo en tus versos dolientes y siento tu canto de amor luchando, yo he perdido la guerra por el amor y ya vienen por mi, las letras que parí me ayudan hoy a morir. No me llores mi hermano, amigo que de todas formas mi versos y mi alma seguirán contigo, sufriendo hasta el día que tus ojos en los míos se sellen, mañana el fénix renueva su vuelo, y en tu amor se renueve las fuerzas para detener un mañana nefasto, para sorprendernos con el nuevo canto en una simple plegaria que alguna ves alguien quiso compartir, quizás el Fénix mañana logre una nueva revancha y vengue las muertes de este día, me quedo en un beso que alguna vez musitó algo parecido al amor, me quedo en el verde que aun me queda, vuelvo a la tierra en sombra de ausencias. Amado hermano, amado amigo, amado ya no sigo, la muerte ha llegado y yo no quiero quitarle el camino le extiendo mi mano se ríe victoriosa, sabe de mi derrota, sabe de mis sueños, sabe de…el día, las nubes, un cielo brilla a la sombra de la luna, ¿sabrás hermano que yo me voy?, ¿me extrañarás mi amigo?, ¿seguirás por mi?, ya no siento el miedo a mis pasos , ya no escucho, ni siento la soledad, veo el bosque allá lleno de vida, el hombre nuevo, la vida reflejada en una gota de agua, se ve maravillosa…
SILENCIO Y LUZ._ “Amado amigo, existe el mundo primavera, existe... la vida … el
Alerce, mi Alerce camina y yo camino con él”



El espíritu de la palabra


II PARTE De Cristian El Gato


He recibido tu carta, hermana, poeta, amiga, y me atrevo a escribir una respuesta sabiendo que ya no podrás leerla, al menos allá, donde solía saberte como una de las justificaciones de este mundo… al menos ahora, en que has debido acompañar en su destino a tantos seres de cuantos amas.

Respondo, hermana, sabiendo que confiaste en mí hasta el final, que aún confías en mí, y te digo que el final aún está lejano, que la justicia aún tiene mucho que decir y que, como don humano, ninguna palabra pronunciada en nombre de nuestra Madre, Gêa y sus hijos más indefensos, ha sido ni será pronunciada en vano. Me duele el sacrificio de tu sangre sumado al sacrificio de tantos seres que lo único que piden de la creación es existir en paz, que lo único que buscan, igual que tú y yo entre los hombres, hermana mía, es preservar y transmitir la vida.

Has luchado bien, hermana, has transmitido mi corazón, aunado el tuyo propio y nada más te pido… nada más era el deber de nuestra fe en la palabra al que tú, en tu bondad, agregaste la entrega de tu vida. Te toca descansar y dejarnos a los que quedamos la tarea de seguir tu ejemplo, de relevarte en esta carga, de abrirle los ojos a quienes viven en la ceguera de servir a la injusticia y la destrucción, sin darse cuenta de que un día, cuando ya no sean necesarios para ellas, serán sus últimas víctimas. Has luchado bien por la vida, por el bocado para los que carecen de un pan, por la existencia de todo aquello que no merece ser sumido en la inexistencia. La necesidad es rebelde y sabrá arrebatar lo que le es negado; la naturaleza es justa y sabrá cobrarle un día a quien le debe. No te angusties, hermana, que seguiré nuestra lucha, para lograr por medios pacíficos que el ajuste de cuentas no derrame sangre inocente o incluso, si es posible, ninguna sangre.

No me gusta llorar, pero cuando una mujer como tú llora, personas como yo tenemos derecho a hacerlo sin rubor, sabiendo que también es necesario y que, después de llorar, habrá una tarea que cumplir en honor de tus lágrimas y de las mías, en honor de tu sangre arrebatada y de la mía que aún corre por mis venas exigiendo que sume a los que de los hombres se quieran reconocer mis hermanos… A lo mejor la esperanza del mundo entero está pendiente de un canto de delfines, del vuelo de un cóndor, del vaivén de las ramas de nuestro bosque mecidas por el viento, de las palabras de un poeta… del eco que todo eso consiga resonar en el alma de un pueblo, de los pueblos que, sin ello, no tendrán corazón para latir por un futuro.

La palabra nos ha sido dada, hermana, tenemos el poder de hablar con todos los seres. Tal vez es parte de la inmensa Palabra del Cosmos incluso el goteo de tu sangre, inocente entre las inocentes, incluso la caída de los cinco mil años de tu alerce y la última súplica, casi silenciosa, de quienes mueren de hambre y la mirada indiferente de quienes los dejan morir, de quienes derriban y matan sin miramientos, por demencia o por dinero –por estupidez, a fin de cuentas– el futuro de todos, sin darse cuenta de que hablar de todos les incluye. Tal vez todo esto sea necesario para que los que quedamos alcemos la frente y nuestra palabra cobre la fuerza de todo aquello cuya alma se le sume, y nuestra palabra se parezca, cada vez más, a la Palabra de cuyo amor proviene nuestro reclamo.

Yo también estoy cansado… Ahora, al saber de tu destino, la rabia me pide vociferar y el rencor me exige una venganza, pero justo ahora y por eso, entiendo que debo descansar y recordar que el amor, como tú y yo lo defendimos siempre, es la fuerza más grande del Universo. Hermana, compañera, te toca mirar a ti, te toca esperarme a ti y yo no sé cuándo podré seguirte, pero no te angusties, allá donde hoy estés, No he olvidado tus enseñanzas ni tu valor ni los sueños que compartimos, no olvidaré nunca que lo que no pueda lograr el amor no podrán lograrlo la destrucción y el odio. Sé que ganaremos, tenemos la justicia y el amor de nuestro lado y, para proclamarlos, tenemos la palabra, cada vez más fortalecida por el alma de nuestros muertos.

Yo también estoy cansado, hermana, amiga, maestra, y es noche. Ahora finalizo esta carta y voy a descansar, a estar un rato a tu lado para conversar contigo y abrazarte. Para mí hay un mañana en que deberé proseguir la tarea que nos unió siempre, la tarea amada que nos mantendrá unidos hasta el último de mis momentos en el mundo, que nos seguirá uniendo una eternidad después de ese último momento. Para mí hay un mañana, hermana, y descansa: te prometo dar mi vida por que haya un mañana para todos.
Te extraño.

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