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martes, 4 de junio de 2013

Al nacer fueron hermanos

Nos preocupamos de mordernos, más que de mirarnos
con esos ojos de niños, sin vicios, ajenos a lo amargo,
olvidamos la sonrisa en el gesto de un te amo
ese canto tan sentido, de atrevernos a mostrarlo.
Nos preocupamos del traje, del estudio, del vocablo,
olvidamos sentimientos, el dolor y sus pecados.
Se nos seco la vista, no vemos el vuelo y su letargo
no sentimos la brisa que anido nuestro descanso,
envidiamos el qué tienes, las posesiones, el amado
sin observar la belleza que el mundo nos otorga a diario.
Recorremos con los pasos las esquinas sin mirarnos,
el hambre nos pasa ajena como si fuera un pecado
negamos un te amo para no debilitarnos,
el respeto en el camino abandonado lo dejamos.
Se nos olvido querernos, se nos olvido amarnos
olvidamos el por qué, de cómo comenzamos
cruce de la frontera libre, sin barreras ni desencantos
Paso por tierra de hombres, que al nacer fueron hermanos.

Voces Inocentes

Espere largas horas para ver el sol,
se ocultó tras la contienda de un desencuentro.
Pluma, pincel y lápiz, vestigios de un cementerio
despojado de mis musas y sus criterios.
El sol oscureció entre torrentes de flores
que ya no entendían su misión,
naufragaron en la espuma espesa
peces ahogando un tiempo sin razón.
Careció de principios la honestidad del ser
cayó a mis pies cual cadáver de rata inmunda
algún reflejo inexistente de un querer,
solo silencio anudaba la garganta
de saber que había sido sin querer uno más,
una pieza de este estúpido ajedrez.
Quise volver cual hijo prodigo al redil,
pero el relámpago y la lluvia de honras robadas,
de vidas mutiladas, no me dejaron creer
en un nuevo tiempo, en un nuevo misterio a resolver.
La luna mostró su rostro ensangrentado,
parió serpientes, la inusual quimera de un sueño frustrado,
los ojos perdidos del niño me llamaron con un grito tortuoso,
perdí aliento, quebré voz y morí para renacer en el caos
de una conciencia perdida, mutilada por la vida y su historia.