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martes, 22 de septiembre de 2015

La suma

Esa que no escribe,
que no habla en versos
la que canta y vocifera,
por la calle exigiendo.
La que intenta un mañana
sin mafias, ni guerras
la que siembra esperanzas,
entre clavos y tachuelas.
A esa, a esa furia de espera
también pertenezco,
cual gota en su río,
lirio en la tierra,
viento que sopla,
grano en la arena.
La que descansa escribiendo
que sueña en metáforas
que sigue en la lucha
de todas las marchas.
Esa también se suma
en el cotidiano paso
de mi alma desnuda.

La mirada

Ainathin
Dedicado a mi hija Nikita

Son tus ojos cual faro que me alumbran el camino
negando al olvido asentarse en mi nido,
en esa, tan sola, inocente mirada
se abrigan mis penas, se enriquece mi alma.
He descubierto al ángel tras tu mirada
para alejar las plagas que habitan al hombre,
anulando amargas estrellas
que de momentos me sobrecogen.
Y te conviertes en semilla cimentando mi destino,
transformándote en bandera que recorre los senderos,
apartando los grilletes que me atraen en su sino,
mostrándome la luz que libera el objetivo.
Es que siento cual ventana abierta al paraíso
que me hablan de confianzas, me llenan de incentivos
de seguir por esta vía sin importarme los designios
que afloran de maldades de inescrupulosos sentidos.
Son tus ojos amada mía quienes me nutren de conciencia
de querer pintar el cielo con esperanzas nuevas,
son tus ojos hija mía, quienes me habitan el coraje
para no apagar el sol cuando me azotan temporales

domingo, 2 de agosto de 2015

Esos ojos

Esos ojos que me juzgan inconscientes
de la vida, del poder, del dinero y mezquindades
con que pueblan los caminos señores de injusticias.
Anidan en verbos en palabras de ilusiones
diré que he mentido verdades de su sino
no poblare el campo con las rosas deshojadas
por mi boca acallada de esta hora inminente.
Veré el sol ensangrentado guardar el fin de un suspiro
Tormenta del canario, que canto en hora sin ventura,
veré el nutrido río secarse sin alivio, llorare tu impía muerte,
nuevamente sin sentido y dejare mis cosas olvidadas sin olvido.
Indagare tus ojos sonrientes, para hilar amaneceres
que no aturda, que no frene el canto en los rincones
esquinas de un desierto sin siembra, sin cobijo.
Examinare nuevos tiempos que cancelen esta deuda
por mis ojos, por los tuyos, los que anuncia el nuevo tiempo,
rastreare sin reservas estas notas, para dar al desnudo
un significado prudente a la vida y sus proyecto.
Sentimientos acoplados, nutrientes en vertederos
de nuevo propósito de ternura y sus conciertos,
buscare y encontrare aunque deje la vida en ello
por tus ojos, por los míos, por los que vienen, por aquellos.

martes, 31 de marzo de 2015

Un beso...

Ainathin

Solo un beso que saciará el hambre
de tu boca esquiva, de tu perfil ausente
solo un beso que me sabría a millares
vaciando la ausencia de ecos fantasmales.
Ese solo beso que anunciará mi muerte,
noche agónica desde las soledades impías
solo un beso que matará esta suerte
marcando el sabor de tu boca en la mía.

UN HOMBRE DE MAR

Ainathin
Por las tardes lo veía derritiendo la plomada, engarzando los anzuelos, preparando la carnada, traía el sol tallado en la piel, sus manos reflejaban las estrías de la dura labor y la sal emblanquecía su cabello…Es que era hombre de mar mi Padre.
Alzaba los ojos al cielo y nos decía como estaría el viento, o si se acercaban lluvias, más de alguna vez vi a alguno sonreír, cuando en día despejado mi padre decía vienen lluvias y más tarde la sorpresa cuando de golpe el tiempo cambiaba, cargaba el destino del clima en sus ojos.
Tantas veces le escuche contando historias donde la exageración transformaba sus vivencias en cuentos que nos alegraban, cuando narraba sus proezas en la mar, más de alguna ves nos contó que conversaba con los delfines cuando pasado de copas llegaba, es que mi Padre era hombre de mar.
Lo vi quebrarse cuando el mar le robo alguna vida de sus compañeros cantando el tema de Leonardo Fabio “Es un amigo que se va y que nunca, nunca más regresará, nunca, nunca más…”, como niña no comprendí la dura tarea del hombre de mar, pero recuerdo que me impactaban las heridas de sus manos, como el nylon de pescar dejaba duras huellas en ellas, surcos sangrantes que mi madre curaba con extrañas cremas, es que era hombre de mar mi Padre
Y se fue un día sin avisarnos, camino por las calles de Villa Alemana y dejo su último suspiro en una de ellas desplomándose en la tierra. Seguramente aquella noche la mar lo lloró con fuerzas, porque un hombre de mal no debe morir en tierra debe recibir su abrazo cálido para que ella entone sus cantos con alegría, mientras acuna su ultimo suspiro… es que un hombre de mar no puede morir en tierra.
Es que era hombre de mar mi padre y su barca se detuvo en la tierra fértil de mi pueblo sin dejar que el mar arrullara su último sueño, sin que la mar depositara el beso de sus aguas en su frente… es que un hombre de mar no puede morir en tierra.