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lunes, 21 de agosto de 2023

Para Eugenia

(Basados en testimonios verídicos) Amarré el cordón de mis zapatos como tantas veces, pero esa mañana era distinta, era otra, clamaba un grito en la plaza que yo aún no escuchaba, me despedí de mi madre con un beso en la cara, recuerdo el “abrígate bien”, aún no temperaba el día y salí como tantas veces a buscar a la Eugenia, mi compañera de curso. Éramos dos crías que estábamos terminando la básica, corríamos riéndonos, pintándonos (juego de toques) uno a otro, felices, alegres, con un jardín de sueños en nuestra mente. Ese día íbamos al teatro municipal, había un acto para los profesores por su día, cuando pasamos fuera de la municipalidad, había gente tirada en el suelo y muchos soldados con sus fusiles apuntándoles, aún no sentíamos miedo, pensamos si es que serían ladrones, o algún tipo de delincuentes, había camiones del ejército y muchos militares, la Eugenia me miró y dijo “deben haber robado en la municipalidad, por eso debe ser”. De pronto un carabinero se nos acercó y preguntó “¿qué hacen aquí?”, le dijimos que íbamos al teatro al acto para los profes, nos miró sorprendido y balbuceo “no…no” y luego dijo “¡váyanse a sus casas corriendo, no se detengan en ninguna parte!”. Fue entonces que sentimos como si alguien tirara petardos al suelo, Eugenia lanzó un grito me agarró del brazo y tironeándome escapamos de allí mientras escuchábamos aun la voz del carabinero que decía “¡corran y no se detengan!”. Nos separamos cerca de mi casa, ella para la suya y yo para la mía, mi madre aún no se levantaba y entre corriendo, cuando le conté me dijo “a lo mejor la Eugenia creyó ver que los mataban, ¿tú lo viste?”, preguntó y en realidad yo no había visto nada solo escuchado el ruido, yo conversaba con el carabinero cuando el ruido ocurrió. Terminaba de contarle los sucesos ocurridos, cuando la voz de mi vecina hizo saltar a mi madre y le anunciaba con una voz desgarrada, “¡vecina se tomaron el mando los militares!”, ponga la radio. Mi madre entró como loca corriendo prendió la radio y se sentó en la mesa de la cocina a llorar mientras decía “el sueño de los pobres se ha roto estos desgraciados mal nacidos han traicionado su patria”. La verdad no entendí mucho sus palabras en ese entonces, pero ese día cambio nuestras vidas y las vidas de miles de chilenos. A la Eugenia aún la recuerdo, pero no volví a verla, ahora creo tener claro lo que vio, no fue ningún secreto, la dictadura mató, encarceló, torturó y desapareció a mucha gente, después de ese día no volví a ver a mi compañera de colegio, dicen que una madrugada de ese fatídico mes de septiembre, sus padres fueron sacados de su casa por los militares. Yo no volví a ver a la Eugenia, ella tenía 12 años uno más que yo cuando fue el golpe militar, quizás esté en el exilio, quizás la desaparecieron, quizás viva con algún familiar, quiero creer que ella está bien, aún la recuerdo con cariño, como niño ella era para mí esos amores inocentes, de cabros chicos. Ahora que lo pienso con edad más madura, nadie conversaba nada de esto en el colegio y creo que ahora entiendo, la gente tenía miedo, yo tenía miedo, aún sin tener muy claro lo que ocurría tenía miedo y el miedo fue creciendo a medida que yo crecía y luego se fue transformando en impotencia, en bronca, en tantas cosas que marcaron mi adolescencia, pero aún te recuerdo Eugenia.

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