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miércoles, 26 de junio de 2019

La otra mirada

Difiero de ti, de mí, del tiempo,
que corre rápido por un jardín de sueños
besando vidas en descontentos,
engañando rostros al descubierto.
Difiero de ti, de mí, del viento,
que escurre lento entre los techos soplando vidas,
de gente humilde, de gente herida.
Difiero de ti, de mí del verbo
que subyuga el alma sin sentimientos
asustando niños con sus milagros
que visten de oro un nuevo diablo.
Difiero de ti, de mí, del sustento,
que de vientres es un tormento,
esclavizando seres por vil dinero,
que aplaca mentes en sometimientos.
Difiero de ti, de mí, del Imperio,
forjado a costa de sangre y fuego,
mitigando sabias con su abolengo,
corroyendo los ojos del cristo viejo.
Difiero de ti, de mí, del océano
en cuyas olas se arrulla
la noche perdida de todo un género.
Difiero de ti de mí, del amor intenso,
lacado a golpes, en el rostro joven,
que libro con muerte el padecimiento.
Difiero de ti, de mí, del remordimiento,
que marco con saña la piel del infante,
que vejo inocencias con malas artes
que robo tu esfuerzo oculto en las sombras.

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