Fueron mis ojos los que corrieron sin aspavientos
Frente al amor que ya viajaba al matadero,
Fue el sol que oculto sus rayos sin miramientos,
Cuando el amor sucumbió al beso traicionero.
Vacié como torrente de agua la sala de mis recuerdos,
el camino seco las hiervas, que me recordaran sus versos,
y vistió de duelo cual muerte el centro de mi mirada,
cubriendo donde hubo fuego, con la cellisca de la montaña.
Volvió a ofrecer nueva vida, con su promesa de flores,
lloró su arrepentimiento, con lacónicas canciones
pero ya mi camposanto posee sus lapidas y cruces,
donde habitan sin vida los no correspondidos amores.
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