De Crisantemos rojos y blancos

Me detengo entre los pasos del hombre
entre el canto de las multitudes,
entre tus ojos y los míos cansados,
bebo del agua que me entrega tu regazo,
años han pasado cual jinete en su Pegaso,
sin embargo, el amor se ha guardado
como cuentas de un relicario.
Me detengo entre el golpe del viento y la lluvia
que moja mi rostro ajado por los años,
que llena mi ser de recuerdos antiguos,
en que bebo tus besos deseados
entonces vibro cual adolecente enamorada
en el golpe de tu caricia por mi cara.
Me detengo entre el agua que corre
cuando se funden los cuerpos,
ese beso caído del árbol
que despidió del nido
las aves que se sembraron.
Me detengo a mirar tus pasos
que al igual que los míos
demoran su recitado,
reclamando la raíz antigua
a los que generan nuestro legado.
Me detengo entre las cosechas
de canto, de flores y versos,
tantos tiempos amando,
uno a uno mis lirios y rosa
que entregaran mis labios.
Me detengo para decirte
que aun cuando hubo tormentas
el desierto no llego a nuestro cuarto,
que, aunque las manos tiemblen
y los ojos vallan apagando
el cielo que tu entregaste
en mi pecho sigue guardado,
me detengo para decirte
que aun yo te sigo amando.